Anémona de bosque

Las anemonas de bosque (Anemone nemorosa) ya lucen por doquier en los bosques húmedos de montaña caducifolios de la cordillera, las anémonas de bosque.

Esta bonita planta perenne de la familia de las ranunculáceas que puede alcanzar hasta los 30 cm de altura, gusta de suelos ricos en humus, bien drenados y de naturaleza no ácida.
Prefiere instalarse en zonas de media sombra, bajo los arboles que dejan pasar algo de luz.
Sus hojas, largamente pecioladas y generalmente divididas en verticilos de 3 y una única flor blanca de unos 4 cm teñida en ocasiones de rosa o violeta.
Bien conocida, ha sido utilizada como planta medicinal por diferentes culturas, pero tratándose de una especie venenosa se desaconseja su uso.

Toxicidad:

Mortal en caso de ingestión abundante.
En su uso externo mediante preparados caseros, puede producir desde leves picores en la zona tratada, hasta la necrosis de los tejidos, dependiendo de la cantidad utilizada y de la duración del tratamiento.

Síntomas:

Dolor de estomago y de cabeza, vómitos, diarreas, etc. En altas dosis, confusión mental, entumecimiento muscular, parada cardeorespiratoria y muerte. El ganado sufre también trastornos por su ingestión.

Tratamiento:

Vaciado de estómago y lavado gástrico. Tratamiento mediante medicación que estimule la respiración, etc.

Principios activos:

La ranunculina, que se descompone en protoanemonina por la acción de la encima ranunculasa. surgen a partir de la protoanemonina otros derivados como la anemonina o el ácido anemónico que no resultan tóxicos.
La toxicidad de la planta desaparece cuando se seca.

Usos:

Tratamiento de enfermedades reumáticas.
Tradicionalmente se hacía un ungüento con el zumo de la raíz y las hojas macerado con alcohol o vinagre, aplicándolo sobre la zona afectada. También era utilizada en uso interno para actuar sobre problemas de las vías respiratorias.

Creencias:

Considerada en diferentes culturas como símbolo de mal presagio. Los egipcios, la relacionaban con la enfermedad y los chinos la llaman, "la flor de la muerte", mientras los romanos, tenían costumbre de recoger una anémona en sus salidas de campo creyendo que con ello, estarían libres de fiebre.

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